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STOP SAP

Insumisa María José.

El Correo de Zamora. Opinión
LAURA RIVERA. El día en que los jueces y secretarios judiciales se pusieron de huelga en España, María José llevaba más de una semana en la cárcel de Topas.

Los jueces protestaban por la falta de medios para desempeñar su trabajo, que provoca hechos tan lamentables como que un pederasta condenado no entre en la cárcel, que emplee su libertad para matar a una niña, y que todo sea un cúmulo de errores evitables con más cuidado, con más tiempo, con más medios en definitiva.

María José, sin embargo, está en la cárcel con todo el peso de la ley, condenada por varias sentencias, sin que ningún juez reconozca errores o descuidos en su tarea. Los jueces en huelga tienen razón, no porque se la dé la toga de dictar sentencias, sino porque se la han quitado para denunciar que debajo de la toga se encuentran los trabajadores que llegan al despacho, abarrotado de papeles que hablan por los hombres, nada menos que para juzgar, decir quiénes son culpables e inocentes, y castigar de acuerdo con nuestras leyes. Y eso lleva mucho tiempo. Pero el tiempo ha sido inexorable con María José, que ha sido sentenciada como culpable, y está encarcelada en Topas.

Dicen que María José está presa porque no ha dejado que el padre de su hijo realice el régimen de visitas al que tiene derecho legal. Eso es lo que dicen los jueces, pero no es verdad. María José ha defendido el derecho de su hijo a no sentirse mal ante un desconocido, que no otra cosa es un padre por muy biológico que sea si no ha vivido con él porque no ha querido hasta que el niño cumplió 3 años y María José decidió casarse por primera vez. Los derechos de Néstor a tener una atención psicológica que garantizara que podía ver y estar con el padre biológico sin sentir temor hacia un extraño, no han sido respondidos por la justicia. Pese a ello, María José se volcó con Néstor para que entendiera a través del lenguaje del cariño y los símbolos de los cuentos que no debía tener miedo... aunque su mamá fuera a la cárcel.

María José podía haber denunciado que el padre biológico no cumplía con el régimen de visitas más que cuando le interesaba. Si lo hubiera hecho, quizá le habrían arrebatado el derecho que no quería ejercer como deber, de la misma manera que no pagaba la famosa pensión de alimentos a la que un padre está obligado. Porque María José ha querido ir más allá de la defensa de su situación, que en su caso es fácil porque es abogada, para defender a todas las madres y a todos sus hijos que, como ella y como su niño, son avasallados cuando un padre biológico decide ejercer el derecho que una sociedad le otorga por haber colaborado en un solo momento, casi siempre de manera inconsciente, engendrando la vida en el vientre de una madre que le deja crecer, dentro y fuera, para que sea tan sujeto de derechos al menos como su padre, del que nunca más se supo hasta que en él se despierta su conciencia de tal y pretende imponerse contra viento y marea del sentido común, pero con el viento favorable de unas leyes, machistas, que le protegen.

Las leyes y los planteamientos sociales que las alientan y amparan, criminalizan a la madre cuando un hijo que no conoce a su padre biológico se niega a estar con él, algo tan normal en cualquier niño. Dicen que la madres les provocan un síndrome de "alienación parental" que, pese a no estar reconocido en la comunidad científica de los psicólogos, se ha colado en los despachos donde se administra la justicia, y se esgrime contra la mala mujer. Mala, perversa y manipuladora mujer que sólo defiende el derecho de su hijo a no sufrir. Por ello María José está en la cárcel. Podría salir si hubiera alegado los incumplimientos de los deberes que el padre biológico de su hijo ha tenido con él. Pero no lo ha hecho porque ha decidido ser insumisa a una ley injusta para cambiarla. Pero no por ello deja de llorar, está en la cárcel y su niño, lo más triste de todo, con un padre que no era su padre porque no estuvo con él cuando lo necesitaba. Lo hace en nuestro nombre, en el de las madres que no pueden defenderse. Como lo hicieron los miles de jóvenes que se negaron a ir a la mili y fueron condenados hasta que consiguieron cambiar la ley.

Espero que los cuentos con los que Néstor aprende el mundo tengan un final feliz. Que María José sea la heroína de la historia que cambia el mundo. Que consigan estar juntos y felices como desde que Néstor nació por decisión de su madre. Que ninguna mujer más tenga que pasar por esto. Que la ley proteja a los menores frente a los prepotentes padres cuando sólo lo son biológicos... Y que los jueces se quiten la toga para ver que tampoco en este caso han tenido tiempo suficiente para ser un poco más justos... pese a la injusta ley que hemos hecho entre todos.

Animo y gracias, muchas gracias, María José, en nombre de las mujeres que no te conocen pero te están profundamente agradecidas.

1 comentario

luna -

Querida Maria Jose: no te conozco pero tenemos amigas en común. A mi me quitaron a mi hija el dia 27 de Febrero como a ti, por defender sus derechos y no permitir que su padre la maltratara, por enseñarla lo que debe y no debe hacer. Pero eso a la justicia no le gusta, las mujeres con principios no le gustan. Y como mi hija no fue sumisa, nos diagnosticaron sap. Desde hace dos meses no he vuelto a verla, ni a oirla, ni a besarla, ni a abrazarla, tú sabes bien de qué te hablo.
Pero aqui sigo, peleando por y para ella y tantos y tantos niñ@s como los nuestros. Ellos se merecen que no les fallemos y eso es lo que debemos hacer.
Querida amiga un abrazo grande y gracias por tu lucha.
No nos callaran