Menores, las otras víctimas de la violencia de género
Es la radiografía de los menores que viven con sus madres en centros para mujeres maltratadas. Son niños y niñas, las otras víctimas de la violencia machista. "Mi hija mayor, de 10 años, me confesó que había mentido a su padre sobre la nota de un examen; sabía que si decía que había suspendido, él me pegaría", cuenta Ana Bella, una mujer maltratada durante más de una década por su entonces marido.
La confesión se produjo la noche de la huida. La niña explotó. "Mis cuatro hijos cogieron sus cosas más queridas y nos fuimos los cinco en el coche, puse música y empezamos a cantar, aunque me temblaba todo el cuerpo", añade.
Ana, entonces con 29 años ahora tiene 36 pisó el acelerador y logró que la violencia se fuera desdibujando a través del retrovisor. Y con el maletero lleno de sueños, ella y sus cuatro niños, el menor con nueve meses, aparcaron, por fin, en el centro de emergencia. Comenzaba para todos su segunda oportunidad.
Según el informe de evaluación de la Ley Contra la Violencia de Género, presentado el pasado año, unos 7.000 niños vivían con sus madres en centros y pisos tutelados.
La cifra, no obstante, se queda corta, ya que algunas comunidades autónomas no aportaron sus datos. Sólo Andalucía acogió en 2008 a 1.278 menores, un 56% más que el año anterior, según la directora general de Violencia de Género de la Consejería andaluza de Igualdad, Soledad Ruiz.
"La ley integral contra la violencia de género ha conseguido, entre otras cosas, que las mujeres denuncien mucho más ahora", explica Ruiz.
En este momento, la comunidad atiende a 234 personas en tres niveles: centros de emergencia, casas de acogida y pisos tutelados. De todas ellas, más de la mitad (123) son menores. La media de edad varía según el grado de atención. En los centros de emergencia, los niños tienen en torno a los 3 años. La edad sube a los 6 en las casas de acogida y a 10 en los pisos tutelados.
"En un día a día normal, los niños van al colegio, luego hacen los deberes, salen a dar una vuelta, en el patio juegan con otros niños... y, además, hay reuniones entre todos; allí podíamos desahogarnos", cuenta Ana Bella, que ahora preside una fundación de ayuda a maltratadas (www.fundacionanabella.es).
Además de las terapias grupales con las madres, la Junta aplica a cada menor un plan individualizado psicológico, jurídico y social. "Había niños un poco nerviosos, pero se hacían muchos juegos para ellos, había una zona común para ver películas, se celebraban los cumpleaños y en verano íbamos a la playa. Están muy protegidos y es el primer paso para empezar una vida positiva lejos del agresor", añade.
Problemas psicopatológicos
El principal objetivo es detectar los problemas psicopatológicos relacionados con la situación de violencia padecida por la madre. "Son niños que han vivido situaciones vitales muy duras, con falta de seguridad, con pesadillas, con trastornos, sin relación con el mundo exterior; niños que han vivido encerrados como sus madres y que ahora el cambio de ambiente les impacta", añade la directora de Violencia de Género.
La tarea es ardua: hay que deconstruir lo que los padres maltratadores se encargaron de construir, un mundo en el que la violencia refuerza la virilidad del hombre y a la que la mujer tiene que vivir sometida. "La madre que aguanta los malos tratos le está diciendo a esos niños que merece la pena humillarse y eso no puede ser", insiste Ana, que cree que el problema viene después: "Faltan viviendas asequibles para cuando salimos de las casas de acogida y tenemos que comenzar una vida desde cero, sin trabajo y sin dinero", explica.
Aun así, esta mujer luchó para que sus hijos dejaran de ser víctimas. Ahora, la niña mayor está a punto de entrar en la universidad y quiere estudiar Bellas Artes. El sueño del segundo, en 4º de ESO, es ser banquero. A la tercera, tres cursos más abajo, le gustaría ser veterinaria. Y el pequeño, en segundo de Primaria, quiere ser millonario.
0 comentarios