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STOP SAP

Una madre pierde la custodia de su hija en favor de un padre condenado por maltrato

La sentencia de un juez de Sevilla argumenta que la mujer incumplió el régimen de visitas.- La Junta de Andalucía tilda el fallo de "incomprensible para cualquiera que tenga un mínimo de sentido común"

Un juzgado de la localidad sevillana de Dos Hermanas ha ordenado la retirada de la custodia de una niña de nueve años a su madre por incumplimiento del régimen de visitas para entregársela a su ex pareja, del que se divorció en 2001 y sobre el que pesa una condena de un año y nueve meses de cárcel por malos tratos contra la mujer y una orden de alejamiento. Por el atasco de la Justicia, mientras se resolvía el caso su ex pareja la denunció por las visitas y la condena por maltrato se dictó un mes después que la de la custodia. La madre, con la Ley contra la Violencia de Género en la mano, pide que se reabra el caso, con el apoyo de la Junta de Andalucía. Esta misma tarde, a las siete, según el fallo judicial, el padre de la menor tendrá su custodia y será ella sólo podrá verla dos días a la semana y fines de semana alternos.

Es un caso complejo. María ha sido condenada por dos juzgados sevillanos por este delito, lo que provocó que el año pasado la Sección Segunda de lo Civil de la Audiencia Provincial le retirara la custodia en favor del padre, un mes antes de que el Tribunal Supremo confirmara la condena de un año y nueve meses por maltrato habitual impuesta al que fuera su marido por la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de Sevilla. Una sentencia que ella ha aportado con posterioridad en el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de la localidad sevillana, sin éxito, y con la que quiere reabrir su caso.

Lo hizo "por desconocimiento"

La madre de la menor, María S., considera que, además de los malos tratos recibidos por su marido, "está siendo maltratada por la Justicia", ya que el proceso penal contra su ex marido se ha demorado casi siete años, según recoge en su edición de este miércoles El Correo de Andalucía. A este diario explica que se separó de su marido por el continuo maltrato al que la tenía sometida y consiguió la custodia de su hija, con un régimen de visitas para el padre de la menor.

Sin embargo, María no lo cumplió. Y no lo hizo, según la versión que ha dado a este periódico y a Europa Press Televisión, al principio "por miedo". Luego, porque su ex pareja se retrasaba continuamente en la entrega de los "cuadrantes laborales" que debía presentar en el juzgado para poder estar con su hija, "por trabajar a turnos", por lo que, "al no saber cuándo tenía que dejar a la menor en el punto de encuentro, no la llevaba". En este sentido, ha indicado que si ella se ha equivocado ha sido "por desconocimiento" de cuándo tenía que entregar la niña a su padre. "Esta persona ha utilizado todo este tiempo a al niña para denunciarme", ha añadido.

Además, ha admitido tener "miedo" de esta persona, si bien ha afirmado que la menor tiene una relación "normal" con su padre aunque, eso sí, "no quiere irse con él". "Tengo miedo de esta persona porque en algunas ocasiones me ha devuelto a la niña con contusiones debido a las caídas y no la ha llevado al hospital", ha dicho, aunque admite que en "ningún momento" ha pensado que su ex pareja haya hecho con su hija lo mismo que hizo con ella -malos tratos físicos-. María está pasándolo "francamente mal", no está dispuesta a perder a su hija y va "a llegar donde haga falta".

La Consejería para la Igualdad y el Bienestar Social de la Junta de Andalucía ha intervenido en favor de la madre. La consejera, Micaela Navarro, ha tildado la resolución judicial de "incomprensible para cualquiera que tenga un mínimo de sentido común" pero ha pedido a la madre que la cumpla. "Hay que tener en cuenta que se trata de una resolución judicial, y como tal hay que acatarla. Hasta que no se produzca otro auto en contra, la menor tiene que ser entregada a su padre, por más que nos resulte bastante duro", se ha lamentado la consejera.

Navarro ha explicado que ya se han remitido a la Fiscalía "todos los informes pertinentes" relativos a este caso desde el Instituto Andaluz de la Mujer y la Dirección General de Violencia de Género, para que los jueces tengan en cuenta todas las circunstancias que se recogen en la Ley de Violencia de Género. Según esta normativa, un padre "puede ser suspendido en el régimen de visitas y mucho más cuando estamos hablando de la guardia o tutela del menor".

SAP: "Coartada para Pedófilos"

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-4982-2009-06-20.html

El Sindrome de Alienación Parental (SAP) es el invento de un oficial del ejército estadounidense, Richard Garner, que a la vez sostiene y defiende que los niños y niñas pueden ser iniciados sexualmente por sus padres o madres. Sin embargo, este conjunto de síntomas que indicarían que los menores mienten “alienados” por sus madres es una herramienta de uso común en los juzgados argentinos tanto en casos de abuso sexual como en divorcios contenciosos. Sus principales defensores son los mismos que reivindican la figura tradicional de la familia –aun a costa del maltrato– y las asociaciones de padres autodenominados “alejados de sus hijos” que reaccionan de la manera más retrógrada frente a los avances en el conocimiento y las sanciones del abuso sexual infantil.

 

 Por Sonia Tessa

“Nosotros tenemos cuidado con las denuncias de abuso sexual, porque muchas veces son inducidas por la madre. Y, además, la nena tenía un noviecito.” Con estas palabras, la secretaria del juzgado de instrucción de Rosario desnudó los prejuicios de los operadores judiciales cuando se trata de escuchar a niñas y niños. Este descreimiento cuenta con una herramienta fundamental: el supuesto Síndrome de Alienación Parental (SAP) que se da por cierto en informes periciales y dictámenes judiciales, aunque no tiene ninguna validación científica. El diálogo se produjo en 2007, y la niña en cuestión –de 13 años– había podido denunciar a su padre por reiteradas violaciones, pero la jueza Raquel Cosgaya dictó la falta de mérito sin pedir la intervención de ningún especialista en la problemática. La víctima fue interrogada también sin contemplar la ley 25.852, que impide hacerlo en cualquier instancia judicial, y establece la cámara Gesell como método para escuchar el relato de los niños. Al contrario de la indefensión de la denunciante, el padre –pese a estar desocupado– contó con la asistencia legal de un costoso abogado que brinda servicios a la asociación de “padres alejados de sus hijos” de Rosario, Gapadeshi. Es que el SAP es una manifestación del Backlash, el contramovimiento nacido para contrarrestar los avances en el conocimiento y las sanciones sobre el abuso sexual infantil.

El recurso al SAP –cuya formulación indica que las denuncias de abuso se originan en el “lavado de cerebro” del progenitor conviviente hacia el niño– se extiende por los Tribunales de todo el país impulsado por organizaciones autodenominadas de padres alejados de sus hijos, como Apadeshi, Afamse y Anupa. En especial, la primera organiza cursos de manera permanente. Siempre hay alguna publicidad de jornadas de este tipo colgada con chinches en los distintos pasillos de los Tribunales. Y en las páginas web de estas organizaciones se leen infamias contra profesionales especialistas en abuso sexual infantil, ya sea del campo de la salud mental como del derecho. Además, esta construcción teórica forma parte del sentido común de muchos jueces y operadores judiciales, tal como fue expresado brutalmente por la funcionaria del principio.

EL ORIGEN

El SAP fue creado en 1985 por el oficial del ejército estadounidense Richard Garner. Ese supuesto síndrome jamás fue reconocido por ninguna asociación profesional y fue rechazado tanto por la Asociación Americana de Psiquiatría como por la Organización Mundial de la Salud. De hecho, Gardner publicó por sí mismo sus libros, en su propia editorial, Creative Therapeutics, y en las universidades estadounidenses lo desconocen. Gardner se suicidó en 2003, pero sus teorías no murieron con él. Su prédica tuvo una amplia aceptación en los Tribunales, primero en Estados Unidos y ahora en Argentina. De hecho, muchos psicólogos lo dan por cierto. En 2007, en España, el fallo de una jueza de la localidad catalana de Manresa aplicó este supuesto síndrome y levantó la polémica.

El debate llevó a la Asociación Española de Neuropsiquiatría a presentar un informe, elaborado entonces por el psiquiatra Antonio Escudero Nafs, la pediatra Lola Aguilar Redorta y la cirujana general Julia de la Cruz Leiva. Allí se lee: “Se trataría de un ‘síndrome médico’ (y por tanto psiquiátrico). El sustento teórico de ello ha sido la equiparación por analogía, fundamentalmente con el síndrome de Down y la neumonía por causa neumococica. Sin embargo, esta construcción teórica pertenece al campo de la argumentación. El uso de las analogías o el pensamiento circular como bases principales de la estructura del AP no corresponden a la metodología científica en medicina, sino al campo de las inferencias lógicas inválidas”.

¿Qué dice el SAP? Que las niñas y niños que denuncian a sus padres han sido alienadas por su madre (habla del progenitor conviviente, pero siempre se trata de la madre) y tras ese lavado de cerebro, inventan situaciones que jamás vivieron. Esta propuesta no sólo se toma para los casos de abuso, sino también en muchos divorcios contenciosos.

Pero los impulsores del SAP esconden que Gardner fue un pedófilo, y que sus teorías apuntan a justificar la pedofilia. Patricia Gordon, coordinadora de la comisión de Abuso Sexual del Colegio de Psicólogos de Mar del Plata, plantea: “No nos olvidemos que Gardner alienta en sus escritos la iniciación sexual de niños y adolescentes. Es importante leerlo a la letra y darnos cuenta de seguir aferrándose al SAP y las pseudos teorías de la coconstrucción de memoria, y muy particularmente plantear la revinculación (de niños y niñas con su padre abusador), son parte de una teoría perversa y pedófila. Gardner sostiene y dice que los niños y los adolescentes pueden ser iniciados sexualmente por sus padres. Esto es muy grave”.

Entonces, el supuesto síndrome sería, sobre todo, una defensa del derecho del padre a irrumpir en la sexualidad de su prole. Y se lo defiende, justamente, porque está en peligro. El SAP es la herramienta teórica del backlash. “En Estados Unidos empezó hace 15 años, cuando la Justicia comenzó a condenar a los abusadores sistemáticamente, y se destapó el tema. Las primeras asociaciones que se armaron en Estados Unidos surgieron en los años 80. En 1984 se creó Ocal, que unía a “las víctimas de las leyes de abuso infantil”, rememora María Inés Bringiotti, presidenta de la Asociación Argentina de Prevención del Maltrato Infanto Juvenil. Un video llamado “Rompiendo el silencio”, difundido en 2005 en Estados Unidos, muestra testimonios estremecedores de víctimas de la aplicación del SAP. Ese documental forma parte de la demanda que interpuso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos un grupo de madres y sus hijos e hijas víctimas de violencia y abuso sexual, damnificados por la admisión del Síndrome de Alienación Parental en los Tribunales de Estados Unidos.

UNA VERSION VERNACULA

A estas tierras, la formulación llegó de la mano del ex juez Esteban Cárdenas, a partir del artículo “El abuso de las denuncias de abuso”, publicado el 15 de septiembre de 2000 en la revista La Ley. Aquel artículo planteaba, por ejemplo, que “existen otras formas de pensar el abuso sexual intrafamiliar y de operar con las denuncias, que no sólo se ajustan más al derecho, sino que también impiden que un buen número de niños y niñas se queden sin padres”.

Así, Cárdenas desnuda su ideología patriarcal. Porque uno de los objetivos, según apunta el psiquiatra y psicodramatista Enrique Stola, es preservar al padre. “Realmente resulta terrible que haya jueces y juezas que tomen este llamado síndrome como algo científico. Esto lo utilizan psicólogos, psiquiatras, jueces y juezas, para los cuales es importante que el padre siempre esté ahí, no importa que se coja a los chicos, es importante que esté ahí, porque tiene que ver con la figura del hombre, tiene que ver con el patriarcado, con el machismo, con la dominación masculina”, dice sin eufemismos.

Para el juez Carlos Rozansky, autor del libro Abuso sexual infantil, ¿denunciar o silenciar? y de la ley 25.852, no hay dudas. “Más allá de si alguien pudiera tomarlo como teoría científica, lo importante es que no lo es. Simplemente es una parte más de la reacción contra el avance que hubo en abuso sexual infantil. Durante siglos se dijo que los chicos mienten, y así se resolvía. Cuando se supo que los chicos no mienten sobre esto y que hasta cierta edad ni siquiera tienen posibilidad de fabular sobre situaciones sexuales no vividas, ahí empezaron a avanzar teorías como la de la coconstrucción. Ahí se empezó a decir que los chicos creen que dicen la verdad y había un adulto, generalmente la madre, que coconstruía con los chicos. Después vino este síndrome, importado de un autor americano que ni siquiera está convalidado en su país. Ya no se decía que los chicos mentían, sino que directamente se les había lavado el cerebro para que dijeran que habían sido abusados. En algunos casos hay jueces o funcionarios que compran esta historia y le dan valor”, subrayó el juez, que durante nueve años estuvo en la Cámara del Crimen de Río Negro y también formó parte del Tribunal que condenó al represor Miguel Etchecolatz.

En este punto, Stola es contundente: “El SAP está ganando terreno entre cómplices, ignorantes y perversos. Es un instrumento de violencia contra las mujeres. Juezas, jueces, psicólogos y psicólogas, psiquiatras que lo aplican están ejerciendo violencia contra las mujeres”.

GUERRA A LAS MUJERES

El SAP considera que las madres manipulan a niños y niñas absolutamente maleables, e incapaces de hablar de su propia experiencia. “Es un instrumento contra la mujer. Se trata de descalificarla como loca, como manipuladora. Sabemos que en algunas separaciones, cuando el padre y la madre están muy mal entre ellos, hay manipulaciones. Pero eso no significa que los chicos sean alienados. Por el contrario, cuando hay obstrucción del vínculo, hay que darse estrategias para preservar a los niños, que tienen que ver con su cuidado, pero jamás tratando de destruir a la otra parte”, indica Stola. Es que Gardner, en sus libros, plantea directamente la separación de los niños y la madre, en los que denomina “casos graves”. Así, muchos jueces definen que sus hijos vayan a vivir con el padre abusador. Y en uno de esos juicios, ante la decisión de la jueza de darle la tenencia al acusado, la psicóloga rosarina Liliana Pauluzzi, directora de Casa de la Mujer, de larga trayectoria en el tema, presentó un informe para argumentar las consecuencias del fallo sobre la salud mental de la niña. Hoy enfrenta un juicio por daños y perjuicios de parte del abusador.

Para Rozanski está claro que es un problema de género. El magistrado recuerda que el interrogatorio judicial a una niña de 15 años, discapacitada, que había sido violada por un vecino, a quien el juez le terminó preguntando si a ella le gustaba el hombre, fue para él una bisagra. “De golpe vi una realidad, y entendí que hay una práctica judicial inveterada, de siempre, que no sirve para nada. Esas prácticas están arraigadas en el prejuicio histórico de género y de edad”, relata el magistrado, quien inició allí el camino que lo llevó a elaborar la actual ley sobre abuso sexual infantil. “Ese fue el caso concreto en el cual yo me di cuenta de lo que no podía seguir sucediendo es que una criatura abusada vaya a un lugar con gente de traje y corbata que les pregunte cosas que no están en condiciones de contestar. Hay que sacar a los chicos de los juicios para que el especialista les haga las preguntas.”

EL VALOR DE LA PALABRA

Durante siglos, la palabra de niñas y niños no significaba nada. A nadie se le ocurría escucharlos. Pero ha pasado agua debajo del puente, aunque en algunos casos, esa agua no haya llegado a la Justicia. “Lo complejo acá es que este supuesto síndrome, que no está convalidado científicamente, apunta al descreimiento, la descalificación y la desmentida de la palabra de los niños, las niñas y las madres, que son las que muchas veces escuchan los primeros relatos de los chicos abusados”, puntualiza Gordon. “Mediante este supuesto síndrome se intenta barrer con todo el conocimiento que hemos acumulado durante muchísimos años sobre la constitución del psiquismo infantil. Así, se deja a los chicos en un lugar donde no interesan sus procesos cognitivos, no se toman en cuenta las manifestaciones de su inconsciente, no se da validación al conjunto de síntomas que presentan los chicos. Marca un retroceso importantísimo.”

Los especialistas en abuso sexual infantil saben que “el indicador más importante para distinguir una situación de abuso sexual es el relato de la víctima, porque hay criterios de validación científica que pueden dar cuenta de una situación de abuso, pero siempre teniendo en cuenta el relato. Después hay un conjunto de síntomas inespecíficos. Pero es importante contar con el relato, lo que sucede, hay que tener en cuenta que estamos hablando de una devastación psíquica, de una situación traumática, y muchos chicos pasan mucho tiempo sin poder hablar de eso”, puntualiza Gordon. Y recuerda que “uno de los componentes de una situación de abuso es el silencio y el secreto”.

Para esta psicóloga, lo más grave es que la Justicia –con excepciones– “no está preparada ni quiere” escuchar a las víctimas en un marco adecuado.

Para cambiar esa práctica, Rozanski elaboró una ley que apunta a generar el marco adecuado. Pero eso no cambió la cabeza de los operadores. La mayor parte de las veces, a las víctimas se las escucha desde el prejuicio. Se considera que los chicos mienten, inventan, fantasean. “El Poder Judicial no se caracteriza por escuchar a niños y niñas, por darle crédito a su palabra. Todavía sigue la cultura del patronato, que significa decidir por ellos, al suponer que siempre un adulto sabrá lo que es mejor para los niños. El SAP entra en esa cultura”, considera Stola.

Y allí aparece el gran caballito de batalla de los impulsores del supuesto síndrome. Para ellos, el lavado de cerebro de las madres hacia sus hijos las llevaría a inventar denuncias. “El índice de denuncias falsas es bajísimo. Se estima que no supera el 5 por ciento”, indica Pauluzzi. Por su parte, Bringiotti afirma que “hay mucho material investigado. En un análisis de las denuncias en la Dirección de la Mujer, se estableció que en el 40 por ciento de las denuncias se valida el abuso, en cambio, en un 20 por ciento no se pueden validar. Pero eso no significa que no hayan ocurrido. Puede haber cerca de un 30 por ciento que no se puede decir si ocurrió o no ocurrió. Pero siempre hay que tomar medidas de protección de niños”, indicó la presidenta de Asapmi. En Estados Unidos establecieron que las denuncias falsas en este tema alcanzan, como máximo, el 15 por ciento.

Y reconoce que en esos “poquísimos casos” se puede plantear el error, por temor de la madre o la mala intención. “En el caso de que hubiera una falsa denuncia malintencionada, lo correcto es hablar de maltrato emocional.” Para ella, darle la categoría de síndrome a la supuesta alienación parental significa sistematizar “algo que ocurre mucho, y las estadísticas demuestran que no es así”.

Gordon diferencia entre “falsa denuncia, que es un término que no está bien empleado, y lo que sería una denuncia no sustanciada. Estas son aquellas en las que las pruebas aportadas a la Justicia no son suficientes para comprobar una situación de abuso”.

Desde su vasta experiencia judicial, Rozanski también echa luz sobre el mito de las falsas denuncias. “Puede ocurrir, como en cualquier otro delito. Pero está demostrado en el mundo que el índice es bajísimo.” Lo que deja en claro es que “todo depende de qué ritmo se le da a la investigación. Si uno parte de la base de que se está frente a un invento, como el SAP, obviamente la subjetividad del investigador lo llevará a concluir que es una falsa denuncia”, plantea el juez, quien convoca a los operadores judiciales a “tomar conciencia de que los niños sobre esto no mienten, que se los debe entrevistar en condiciones adecuadas para expresarse sobre lo que ocurrió”.

Es que las niñas y los niños no pueden hablar sobre sensaciones que no han vivido. “Los que estamos en el campo de la salud mental tenemos la obligación de conocer que niños y niñas no pueden fantasear sobre experiencias eróticas que no vivieron. Una niña dijo que a su papá le salía chocolate blanco del pito. Eso no pudo expresarlo si no lo hubiera vivido”, establece Stola.

En la misma línea, Pauluzzi recuerda que “los adultos no pueden inculcarles sensaciones a los chicos. Cuando hablan del gusto, de la transpiración, eso no pudieron verlo en una película como muchas veces se dice. Por otro lado, cuando se trata de una mentira, a partir del relato se descubre de inmediato”.

De eso se trata el trabajo de los especialistas. “Muchas veces a los psicólogos nos piden pruebas. Pero nosotros no somos juntadores de pruebas. Trabajamos con el psiquismo, que no se pesa, que no se mide, pero se ve en sus síntomas, se puede analizar en el relato, que permite llegar a la verdad subjetiva para dar cuenta de una verdad material.”

MECANISMO DE DEFENSA

Para muchos operadores judiciales, cerrar el caso con un síndrome de alienación parental, creer que hubo una mentira, es muy tranquilizador. “Hay veces que creer que se trata de una mentira, o una fantasía, tranquiliza conciencias, y estoy hablando de mis propios colegas –enfatiza Gordon–. Por eso, en el abordaje de estas problemáticas hay un ida y vuelta, hay que pensar qué le pasa al profesional, a la operadora que está escuchando esto. Así como culturalmente y socialmente se desmiente y se niega, muchas veces ocurre que los profesionales no están preparados ni teóricamente ni emocionalmente para recibir ese tipo de casos y para escuchar el sufrimiento de un niño o una niña abusada. Entonces, el mecanismo defensivo que aparece inmediatamente es la negación. Es más tranquilizador decir que es una fantasía a tolerar el incesto. Y esto es gravísimo.” Para ella, el abordaje del abuso “requiere de una preparación teórica, práctica y emocional. Fundamentalmente, del trabajo en equipo, con una mirada trandisciplinaria”.

Porque pensar que una niña o un niño pueden inventar el abuso, también significa cerrar el expediente sin hacerse demasiadas preguntas. “El SAP prende también porque muchos de los operadores que intervienen vienen con prejuicios y además porque es emocionalmente más cómodo pensar que es mentira. El operador se va a dormir más tranquilo si piensa que no ocurrió”, considera Rozanski. Pero él, como juez, nunca perdió de vista que “el aprendizaje es poner la mirada en la víctima. Esa es la obligación que tenemos todos”.

 

Denuncian ante el Defensor del Pueblo andaluz maltrato psicológico a un menor en un punto de encuentro familiar

http://www.europapress.es/andalucia/noticia-denuncian-defensor-pueblo-andaluz-maltrato-psicologico-menor-punto-encuentro-familiar-20090614133258.html

   MÁLAGA, 14 Jun. (EUROPA PRESS) -

   Una mujer ha denunciado ante la oficina del Defensor del Pueblo Andaluz, dirigida por José Chamizo, "la coacción y el maltrato psicológico" que sufre su hijo, menor de edad, desde que comenzó a acudir a las visitas fijadas en el punto de encuentro familiar de la calle Luis de Velázquez, en Málaga capital.

   El escrito, al que tuvo acceso Europa Press, tiene registro de entrada del 23 de mayo de 2009, y en él la madre del menor relata que, a raíz de la primera visita al punto de encuentro, su hijo salió "extrañado y contrariado", y, al intentar indagar el motivo de esta situación, el niño respondió a su madre que en el centro le habían dicho que "no le puedo contar nada a mamá".

   A partir de la segunda visita, el niño comenzó a tener "una actitud violenta e insultante" hacia la madre, cuando anteriormente "siempre ha sido un niño cariñoso, amable y amistoso". "Ahora se pasa el día pegándome e insultándome desde que se están sucediendo las visitas", señala la madre en el escrito al Defensor del Pueblo andaluz.

   Asimismo, la mujer relata que en el trayecto de la localidad donde vive al punto de encuentro familiar, se encontró con el padre del niño, "que es agresivo", y, tras "su acoso", se tuvo que meter en una cafetería, con lo que llegó tarde al centro social. Cuando llegó, le comentó a una psicóloga lo ocurrido, quien le dijo que, al no haber orden de alejamiento existente en ese momento, "lo único que podía decirle por el bien del niño es que no viniese a la misma hora", algo que, según la denunciante, el padre no ha dejado de hacer.

   Ante esta situación, la mujer acudió a una psicóloga que consiguió que el niño "se desahogase" y relatase que, al parecer, su padre, en unas visitas supuestamente tuteladas en el punto de encuentro familiar le había dicho cosas como "mamá no te quiere, a mamá no hay que quererla, a mamá hay que tirarla por ahí para que se muera o mamá no nos quiere porque por su culpa no me puedes ver".

   La denunciante relata en el escrito a Chamizo que acudió al punto de encuentro para contar lo sucedido, tras lo que "atemorizaron" a su hijo "con que si volvía a contar algo a mamá no me volvería a ver nunca más".

EQUIPOS PSICOSOCIALES

   Por otra parte, una mujer ha denunciado también ante el Defensor del Pueblo andaluz el trato "duro, frío e intimidatorio" que ha recibido su hija, menor de edad, en uno de los equipos psicosociales de los juzgados de Málaga, al que acudió después de que su madre denunciase a su ex marido por "insultar y amenazar de muerte a nuestra hija y a mí".

   La mujer relata en el escrito que la profesional del equipo psicosocial que atendió a su hija "le quitó importancia al hecho de que el padre la insulte, ya que decía que en el colegio los niños también insultan y dicen palabrotas". Además, asegura en su denuncia, con registro del 2 de abril de 2009, que la profesional acusó a su hija de mentir cuando ésta decía que su padre la amenazaba o cuando decía "que le ponía el puño en la sien para hundírselo en la cabeza porque si fuese cierto lo tendría amoratado".

   La denunciante asegura en el documento que "no se le debe dar este trato a una menor y menos cuando lleva soportando el maltrato por parte del padre desde antes de la separación". "Según me cuenta mi hija, la profesional quería que dijese que lo que yo había denunciado es mentira", añade.

SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL

   Además, la mujer denuncia que a ellas y a otras mujeres, tanto en juzgados como en puntos de encuentro familiar "en todos los psicotécnicos nos aplican el llamado Síndrome de Alineación Parental (SAP), en nombre del cual nos quitan los hijos a la parte maltratada para darle la guardia y custodia al maltratador o al que abusa de sus propios hijos".

   Según narra la denunciante en el escrito, el SAP es un síndrome no reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Consejo Nacional de Juzgados Juveniles y Familias de Estados Unidos advierte del peligro de aplicar la teoría de este síndrome. "Todo lo que se diga para defender al niño de alguna mala acción cometida con él es un síntoma de que padeces el síndrome", asegura.

PLATAFORMA LUNA

   Ambas denunciantes explicaron en declaraciones a Europa Press que existe un colectivo en Internet denominado 'Plataforma Luna', que ha surgido con la intención de reagrupar a todas aquellas personas que se estén viendo afectadas al haberles diagnosticado el SAP, creada a raíz del cierre de un punto de encuentro familiar en la Comunidad Valenciana.

   Entre los objetivos principales de esta plataforma destacan erradicar aquellos puntos de encuentro familiares donde se puedan producir situaciones de perjuicio para el menor; conseguir que todas las periciales que se le hacen a los niños se graben y se les dé una copia a los padres, y denunciar públicamente que diagnosticar el SAP "sea ilegal".

   El punto de encuentro familiar de la calle Luis de Velázquez de Málaga está gestionado por la asociación 'Mujer Siglo XXII', que está inscrita en el registro del Ayuntamiento de Málaga y cuenta con subvenciones del Área de Bienestar Social y de la Junta de Andalucía.


«Todos los programas de reeducación de maltratadores fracasan»

«Todos los programas de reeducación de maltratadores fracasan»

Lola Aguilar: nacida en Barcelona, se especializó en Pediatría en la Universidad Autonóma, acabó carrera en 1995. Desde ese año y hasta 2006, fue pediatra de Atención Primaria. Ahora está en excendencia, y desde 2006, es directora técnica del Centro de Atención, Recuperación y Reinserción de Mujeres Maltratadas, dependiente de las Federación de Mujeres Separadas.
Dolores Aguilar, Lola, tiene un tono de voz apacible que contrasta con la gravedad de las situaciones a las que se enfrenta a diario en el Centro de Atención, Recuperación y Reinserción de las Mujeres Maltratadas, en Madrid. Es la directora técnica desde 2006, año en el que dejó en segundo plano su profesión: la Pediatría. Aguilar tiene fe en lo que hace, pero asegura que el fin de la violencia de género aún tardará en llegar. La pasada semana ofreció una conferencia en Oviedo sobre el síndrome de alienación parental, invitada por la Asociación de Abogadas para la Igualdad.
-¿Qué fines persiguen en el centro?
-Hacemos un trabajo de atención integral para las mujeres e hijos que son víctimas de violencia de género. Tratamos de recuperar en todos los aspectos a una víctima de maltrato (en el psicológico, en el jurídico, en el formativo), ayudarle a que consiga los recursos que necesita para su independencia económica, como un empleo o una vivienda. Y eso requiere una intervención larga de 18 meses.
-¿Es el tiempo que necesita una mujer para rehacer su vida?
-Es el promedio. Cada caso es diferente, hay mujeres que con 15 meses o 12 ya están preparadas para salir y otras necesitan 22.
-¿Por qué decidió ayudar a las mujeres maltratadas?
-Porque creo en el proyecto del centro, es un centro pionero y único a nivel estatal y del sur de Europa. Creo en el programa, en la atención integral. Y asumí la dirección para complementarla en lo posible con una asistencia a las víctimas menores de edad.
-¿Por qué es pionero y único?
-El centro se inauguró en 1992, entonces había casas de emergencia que tenían a la mujer entre uno y tres meses, porque sólo querían salvarlas del momento puntual del riesgo de su vida, pero no se intervenía sobre ellas. Entonces, el centro elaboró un programa basado en el tratamiento desde la intervención profunda, para evitar que la mujer pudiera volver con el maltratador.
-¿Lo consiguen?
-La mayoría. Tenemos una excelente estadística: casi el 80% de las mujeres salen recuperadas, o sea que tienen todos los recursos que evitarían una nueva relación de maltrato y salen con una posibilidad de vida independiente en el campo emocional, social y económico.
-¿Con qué necesidades llegan al centro?
-Lo primero que necesitan es sentirse seguras. Ellos no saben nunca dónde están. La ubicación real del centro se mantiene en el anonimato. Y esa tranquilidad de que él no les puede hacer daño y tampoco a sus hijos es fundamental. No podríamos empezar ningún tratamiento terapéutico si ella se siente en peligro. Segundo, apoyo psicológico.
-¿Toda mujer puede ser víctima de malos tratos?
-Toda. Por el hecho de ser mujer, la sociedad, que está diseñada para y por lo hombres, hace que sea vulnerable al maltrato. Tiene un estatus de desigualdad respecto al hombre, porque todos sabemos que en el ámbito laboral la mujer cobra menos por el mismo trabajo y en la política está menos representada. Ese papel de inferioridad le lleva en la relación de pareja a tener menos posibilidades de desarrollarse como persona y estar más limitada.
-¿Las mujeres que acuden al centro provienen de un mundo desestructurado?
-Para nada. En nuestro centro se refleja perfectamente aquello que vemos en la sociedad. No hay diferencias en la clase social, porque sólo por el hecho de ser mujer podemos ser maltratadas. Tenemos todo el abanico de clases sociales y no establecemos ese sesgo que hacen muchos recursos de asistencia a mujeres, que si tienen un nivel económico o académico alto ya no ingresan.
-¿Y los agresores, de dónde provienen?
-Hemos tenido una mujer cuyo marido era profesor universitario de Ética. Está condenado y le han prohibido todo contacto con su mujer y niñas, a las que también maltrataba. Hay agresores en todas las clases sociales, la más frecuente es la relacionada con los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, policías, guardias civiles, militares...
-¿Las usuarias vuelven a encontrar la paz?
-Sí.
-¿Y a tener pareja?
-Sí, en todo caso ellas deciden vivir según su criterio, la libertad que ejercen es total. El hecho de que vuelvan a vivir en pareja no quiere decir que estén más o menos recuperadas. Lo que prima es que sean libres.
-Pero la violencia de género persiste. ¿Cuáles son los pasos correctos para acabar con ella?
-El principal es que la justicia funcione. Lo que vemos con muchas mujeres que viven en el centro es que a nivel judicial sufren un segundo maltratato, en ocasiones no se las cree, se absuelve al maltratador, se les deniega órdenes de protección, a pesar de que son víctimas de violencia. Nosotros hacemos una evaluación exhaustiva para saber que lo son. A veces quien juzga esta situación minusvalora lo que les ha pasado. Debería aplicarse la ley de forma estricta y no lo hacen los jueces.
-¿La justicia debería ser también más rápida?
-Más Rápida, pero no tan inmediata. Juicios en menos de diez días como están queriendo poner ahora tampoco son justos, porque las mujeres tienen un bloqueo emocional muy intenso y no pueden poner en orden todo lo que han pasado en tan poco tiempo. Juicios a los diez días no pueden ser, tampoco a los cinco años. Pero lo que es muy grave es que jueces y juezas apliquen su propia ideología a la hora de juzgar.
-¿En qué sentido?
-Piensan algo tan simple como que cualquier niño necesita un padre y una madre y están dando visitas y regímenes de comunicación muy amplios e incluso custodias a hombres que maltratan, porque la idea idílica de que todo menor necesita un padre está bien si es un buen padre, pero no si es un padre maltratador. La ley permite en caso del maltrato suspender las visitas.
-¿Un niño que vive en una casa donde hay maltrato tiene más posibilidades de convertirse en un agresor de mayor?
-Claro, está estudiado. Pero es que además de ese efecto a largo plazo, está el inmediato: son niños que tienen mucha ansiedad, baja autoestima, niveles de depresión altos, son asustadizos, padecen estrés postraumático. Son niños que ya sufren la violencia, no hay que esperar a que sean adultos para ver esas alteraciones.
-¿Pero están ya condenados a seguir el modelo de su padre?
-Hay un factor de predisposición si han vivido la violencia, pero luego es voluntario seguir ese camino.
-¿Cuándo se quita la careta un agresor?
-La violencia va creciendo en intensidad. Ya en el noviazgo, si la mujer tiene las pautas claras, lo podría ver. Un novio que quiere conquistar controlando, que quiere saber dónde estás permanentemente, que te controla la forma de vestir, que te limita estar con la familia, te está cambiando. Y muchas adolescentes lo malinterpretan, no lo ven como signos de un futuro agresor. Luego, la violencia se va incrementando cuando hay un compromiso más formal, como un embarazo o un matrimonio.
-En Gijón hay un centro de atención a mujeres maltratadas. ¿Es suficiente?
-Con uno por comunidad, vale. La traba de ese centro, que es algo que no entendemos, es que todo el mundo sabe dónde está. No se tiene ninguna medida de seguridad para evitar su conocimiento, y eso deja en una indefensión a las mujeres maltratadas. No facilita que se puedan recuperar cuando el agresor puede llegar a la puerta del centro. De hecho somos conscientes de que muchos agresores lo hacen, amenazando a las mujeres y a las profesionales.
-¿Un maltratador se rehabilita pasando por la cárcel?
-Esto no es opinable. Los hechos demuestran que los programas psicoterapéuticos, de reeducación de maltratadores, fracasan todos, y dicho por los propios autores. Ven que no disminuye la violencia, al contrario. Cuando el maltratador, muchas veces, acaba el programa de reeducación, lo que cambia es la forma de maltratar. A lo mejor pasan de un maltrato físico a uno psicológico.
-¿Hay que temer su vuelta a la calle?
-No queremos la cadena perpetua, porque la sociedad española es muy garantista y las cárceles están para reinsertar, pero tenemos que pensar que pasando por la cárcel no se recuperan. Deberían haber medidas de protección amplísimas para las mujeres, a quienes ellos obsesivamente vuelven a buscar.

Por qué algunos niños logran superar el trauma de la violencia doméstica

http://www.elmundo.es/elmundosalud/2009/06/16/psiquiatriainfantil/1245146378.html

MÁS DE LA MITAD DE LOS HIJOS CRECE SIN SECUELAS

Por qué algunos niños logran superar el trauma de la violencia doméstica

  • Tener un buen temperamento y un madre mentalmente sana puede ’borrar’ los abusos
  • La capacidad de adaptación y de protección frente al estrés también les ayuda
  • Tratar los síntomas depresivos de las madres ayuda a estos menores
PATRICIA MATEY

MADRID.- Cualquier niño que día a día vea como su padre insulta o pega a su madre se enfrenta a la posibilidad de vivir marcado por el trauma. Y son muchos. Hasta un 85% de los hijos ha sido testigo de la violencia ejercida contra sus madres. Una parte de estos niños tienen hasta cuatro veces más posibilidades de sufrir problemas físicos, mentales y de competencia social que los menores criados en ’hogares felices’.

En la otra cara de la moneda, las buenas noticias. Más de la mitad de ellos (un 54%) desarrollará la llamada personalidad resilente, es decir, logrará ’borrar’ la huella que deja ser testigo de los malos tratos en casa, tal y como acaba de constatar un nuevo trabajo. Publicado en ’Child Development’, el ensayo saca a la luz los factores que hacen posible la superación de este tipo de trauma.

"Son niños con un temperamento positivo y madres con una buena salud mental, por lo que tienen más recursos para manejar el estrés de su entorno y menor riesgo de problemas psiquiátricos", comenta al mundo.es Cecilia Martínez-Torteya, de la Universidad de Michigan (EEUU) y autora principal de la investigación.

Estudio con 170 niños

Por temperamento positivo se entiende, "la alta adaptabilidad a situaciones nuevas, mayor regularidad en las rutinas y más tendencia a aproximarse a otros. También es necesario poseer niveles menores emociones negativas, así como menos intensidad en las reacciones ante los hechos", insiste la especialista estadounidense. El estudio ha contado con la participación de 100 menores que tenían dos, tres y cuatro años cuando presenciaron los abusos propiciados a sus madres y de otros 70 niños que, por el contrario, han crecido sin esta traumática experiencia.

"Este trabajo es parte de una gran investigación que explora los efectos de la violencia doméstica en las madres y en sus hijos. Nuestras participantes son algunas de las 206 mujeres embarazadas que estaban incluidas en el ensayo inicial y que fueron reclutadas de zonas urbanas y rurales del estado de Midewestern", comentan los autores.

Con el fin de establecer si ellas habían sido o eran objeto de agresiones verbales o psíquicas, se les realizó un cuestionario y una entrevista personal. Una vez que se reconoció a las que sí eran víctimas de abusos se procedió a evaluar el comportamiento de sus hijos, así como su funcionalidad emocional.

Para ello, sus madres realizaron varios tests ’capaces’ de identificar la existencia de problemas externalizantes (impulsividad, agresividad, problemas de conducta, inmadurez...) como internalizantes (depresión, ansiedad, miedos, baja autoestima, estrés postraumático) en sus hijos desarrollados por culpa de la violencia de género.

Apoyo de otros adultos

Asimismo se indagó sobre la adaptabilidad positiva o negativa de los menores a estos hechos y sus habilidades cognitivas. Se tuvo en cuenta, también, el comportamiento positivo de la madre respecto a su hijo [le leo un cuento cada vez que se va a la cama] y si padecía o no depresión.

Los datos constatan que los menores que mejor se adaptan a la situación y desarrollan una personalidad resilente son aquéllos más amables, que tienen más posibilidades de protegerse del estrés en sus vidas y son, además, los que más apoyo tienen por parte de cuidadores o de otros adultos.

Pero, sobre todo, es la salud mental de la progenitora la que actúa como un factor determinante en la evolución de sus hijos. Así aquéllas que están libres de depresión y ansiedad tienen los recursos suficientes para ayudar a sus descendientes a superar el estrés que desencadena la exposición a la violencia de género.

Para los investigadores, estos hallazgos deberían servir para "realizar un esfuerzo por mejorar los síntomas depresivos de las madres víctimas de violencia y así como para considerar el papel que juega el temperamento de los hijos en la superación del trauma. Otro estudio realizado por nosotros muestra que las madres tienden a mostrar más síntomas psiquiátricos cuando están sometidas a violencia doméstica durante más tiempo, de ahí la importancia de realizar intervenciones precoces en estas familias para poner fin a los abusos".

Igualdad prepara un plan de atención a los menores expuestos a la violencia de género

La ministra de Igualdad, Bibiana Aído, ha anunciado hoy la constitución de tres grupos de trabajo en el marco del Observatorio Estatal de violencia sobre la mujer, uno de ellos sobre los menores víctimas de la violencia de género, un segundo grupo sobre el denominado Síndrome de Alienación Parental (SAP), y otro sobre violencia de género en mujeres con discapacidad.

“Con las recomendaciones de estos tres grupos de trabajo, sentaremos las bases de un plan de actuación para la atención de menores expuestos a la violencia de género y mejoraremos la respuesta institucional y la asistencia ante los casos de violencia, y de manera específica sobre las mujeres con discapacidad”, ha señalado la titular de Igualdad.

Aído ha subrayado que “los niños y las niñas que conviven con una situación de violencia de género sufren la exposición a esta violencia. Según los datos de que disponemos, además, el 40% sufre agresiones físicas directas”. La ministra asegura que “es necesario avanzar en este campo”, en primer lugar, porque los menores “tienen derecho a crecer sin violencia” y también “porque en la recuperación de las madres juega un papel muy importante el estado, la relación y la recuperación de sus hijos e hijas”.

La ministra de Igualdad ha apuntado que, tal y como se acordó en la última Conferencia sectorial con las comunidades autónomas, este año “uno de los objetivos prioritarios en violencia de género es la atención a los menores expuestos a este tipo de violencia”.

Hablemos del SAP. Emilia Caballero, adjunta primera del Síndic de Greuges de la Comunitat Valenciana.

Resulta estremecedor comprobar con qué facilidad y rapidez ha prendido entre los operadores judiciales (equipos psicosociales, forenses, jueces) el llamado «síndrome de alineación parental (SAP)». Curiosamente, diagnosticar la presencia del mismo en un menor sirve para otorgar judicialmente su custodia, generalmente al progenitor varón, en los procesos de separación o divorcio donde se discute la misma.
 
 
Últimamente también parecen haberse contagiado de esta filosofía los puntos de encuentro, y así lo reproducen en sus informes.
 
 
Pero, ¿qué es en realidad el SAP? En términos generales se trata de argumentar, utilizando una serie de criterios, pretendiendo dar una apariencia de perfil pseudocientífico, que uno de los progenitores, la madre en el 95% de los casos, ha manipulado a los hijos, única razón, según este argumentario, de que los pequeños rechacen la compañía del padre.
La parte acusada sólo puede defenderse negando la existencia de tal manipulación, lo que a su vez tiene un efecto perverso porque se desplaza hacia ella la carga de la prueba. No tiene que probar quien acusa, como es lógico y como es norma en Derecho, sino que ha de probar su inocencia quien ha sido acusado/a. Y así lo señala Gardner, el propio inventor de semejante artefacto: «la negación del SAP es la defensa primaria del alienador».
 
Los efectos automáticos de aceptar la existencia del SAP por un juzgado son tanto conceder la custodia al progenitor que se denomina alienado como la posibilidad de amenazar con endurecer aún más el aislamiento entre la madre y el/la niño/a que ha sido «diagnosticado». Se trata de aplicar como tratamiento el también diseñado por Gardner y que él mismo llama «terapia de la amenaza». La posibilidad de que un niño rechace la compañía de un maltratador, en general, no se contempla por equipos psicotécnicos y forenses como la causa más natural del rechazo, a pesar de que la experiencia nos dice que cuando en una familia hay maltrato, el rechazo del maltratador por parte de los hijos es habitual, además de ser razonable. La lucha encarnizada en los juzgados por parte del padre presentando tras un escrito otro, ya podría invitar a pensar en la posible existencia de un determinado tipo de violencia. Pero, sobre todo, si una vez que se haya investigado el caso no ha existido violencia, el sentido común señala que el tratamiento del menor respecto del rechazo debe ser conservador, esto es, aplicar un proceso de mediación entre el/los pequeños y el padre, o incluso el tratamiento de todo el núcleo familiar, etcétera.
 
 
 
Pero aunque aquí no voy a entrar en cómo se elaboró este pretendido síndrome, es necesario señalar que las más prestigiosas instituciones encargadas de decidir sobre la categoría científica de estas cuestiones han rechazado reiteradamente su inclusión. El SAP no es un síndrome clínico, no representa ninguna realidad clínica y así, después de 22 años, no ha conseguido el reconocimiento de la Organización Mundial de la Salud ni de la Asociación Americana de Psiquiatría que son las dos organizaciones que regulan los sistemas diagnósticos que se utilizan en el mundo, razón por la que el SAP no figura en los sistemas de clasificación de enfermedades ni en los manuales diagnósticos de los trastornos mentales.
 
Todo esto debería bastar para desechar semejante patraña, y cuando en Norteamérica ya se han dado cuenta de tanta falacia y del daño que ocasiona, sin embargo su aplicación en nuestro país está haciendo estragos.
Quizá recuerden el caso Manresa por su repercusión mediática, más que nada porque la negativa de la menor a cumplir la sentencia del juzgado fue tan contundente y sostenida que causó impacto. La sentencia establecía la atribución de la guarda y custodia al padre, con suspensión inmediata del derecho de comunicaciones y visitas con la madre y familia materna, al considerar el Tribunal «a quo» que la niña tenía «fobia» al padre por manipulación de la madre. Lo que ha sucedido después sin eco mediático es que la Audiencia ha revocado la sentencia al descalificar el informe pericial que diagnosticó la existencia de un SAP. Pero el sufrimiento de la niña durante casi dos años queda impune.
 
 
Sólo esa posibilidad debería ser suficiente para que los jueces investigaran de oficio si en esa «fobia» de los pequeños hacia el padre puede existir maltrato hacia ellos o hacia la madre, o establecer, en caso de no existir maltrato, tratamientos de mediación dilatados en el tiempo como ya he señalado. La mejor terapia para la formación de la personalidad de los pequeños requiere atención y no decisiones drásticas. Las sentencias, en estos casos, deberían atender a una cuestión esencial, esto es, que los hijos puedan lograr tener los referentes maternos y paternos bien estructurados.

Emilia Caballero es adjunta primera del Síndic de Greuges de la Comunitat Valenciana.

Menores, las otras víctimas de la violencia de género

Periódico Público.
Lunes, 16 de marzo del 2009 / NACIONAL
Tienen entre tres y diez años, son inseguros, esquivos, presentan problemas para relacionarse con los demás y comparten una misma visión del papel del hombre y la mujer en el mundo: agresor y víctima.

 

Es la radiografía de los menores que viven con sus madres en centros para mujeres maltratadas. Son niños y niñas, las otras víctimas de la violencia machista. "Mi hija mayor, de 10 años, me confesó que había mentido a su padre sobre la nota de un examen; sabía que si decía que había suspendido, él me pegaría", cuenta Ana Bella, una mujer maltratada durante más de una década por su entonces marido.

La confesión se produjo la noche de la huida. La niña explotó. "Mis cuatro hijos cogieron sus cosas más queridas y nos fuimos los cinco en el coche, puse música y empezamos a cantar, aunque me temblaba todo el cuerpo", añade.

Ana, entonces con 29 años ahora tiene 36 pisó el acelerador y logró que la violencia se fuera desdibujando a través del retrovisor. Y con el maletero lleno de sueños, ella y sus cuatro niños, el menor con nueve meses, aparcaron, por fin, en el centro de emergencia. Comenzaba para todos su segunda oportunidad.

Según el informe de evaluación de la Ley Contra la Violencia de Género, presentado el pasado año, unos 7.000 niños vivían con sus madres en centros y pisos tutelados.

La cifra, no obstante, se queda corta, ya que algunas comunidades autónomas no aportaron sus datos. Sólo Andalucía acogió en 2008 a 1.278 menores, un 56% más que el año anterior, según la directora general de Violencia de Género de la Consejería andaluza de Igualdad, Soledad Ruiz.

"La ley integral contra la violencia de género ha conseguido, entre otras cosas, que las mujeres denuncien mucho más ahora", explica Ruiz.

En este momento, la comunidad atiende a 234 personas en tres niveles: centros de emergencia, casas de acogida y pisos tutelados. De todas ellas, más de la mitad (123) son menores. La media de edad varía según el grado de atención. En los centros de emergencia, los niños tienen en torno a los 3 años. La edad sube a los 6 en las casas de acogida y a 10 en los pisos tutelados.

"En un día a día normal, los niños van al colegio, luego hacen los deberes, salen a dar una vuelta, en el patio juegan con otros niños... y, además, hay reuniones entre todos; allí podíamos desahogarnos", cuenta Ana Bella, que ahora preside una fundación de ayuda a maltratadas (www.fundacionanabella.es).

Además de las terapias grupales con las madres, la Junta aplica a cada menor un plan individualizado psicológico, jurídico y social. "Había niños un poco nerviosos, pero se hacían muchos juegos para ellos, había una zona común para ver películas, se celebraban los cumpleaños y en verano íbamos a la playa. Están muy protegidos y es el primer paso para empezar una vida positiva lejos del agresor", añade.

Problemas psicopatológicos
El principal objetivo es detectar los problemas psicopatológicos relacionados con la situación de violencia padecida por la madre. "Son niños que han vivido situaciones vitales muy duras, con falta de seguridad, con pesadillas, con trastornos, sin relación con el mundo exterior; niños que han vivido encerrados como sus madres y que ahora el cambio de ambiente les impacta", añade la directora de Violencia de Género.

La tarea es ardua: hay que deconstruir lo que los padres maltratadores se encargaron de construir, un mundo en el que la violencia refuerza la virilidad del hombre y a la que la mujer tiene que vivir sometida. "La madre que aguanta los malos tratos le está diciendo a esos niños que merece la pena humillarse y eso no puede ser", insiste Ana, que cree que el problema viene después: "Faltan viviendas asequibles para cuando salimos de las casas de acogida y tenemos que comenzar una vida desde cero, sin trabajo y sin dinero", explica.

Aun así, esta mujer luchó para que sus hijos dejaran de ser víctimas. Ahora, la niña mayor está a punto de entrar en la universidad y quiere estudiar Bellas Artes. El sueño del segundo, en 4º de ESO, es ser banquero. A la tercera, tres cursos más abajo, le gustaría ser veterinaria. Y el pequeño, en segundo de Primaria, quiere ser millonario.